lunes, 12 de octubre de 2009

proteger el polen





Uno de los elementos más preciados e importantes en las flores, lógicamente, es el polen, por lo que las plantas tienen que desarrollar diferentes estrategias para producirlo y para protegerlo. Una de ellas, que tiene el objetivo de aumentar las probabilidades de reproducción, es generar polen en grandes cantidades. Esto es muy fácil de ver en las coníferas, cuando agitamos un cono masculino y una nube de polen se desprende. Ahora, multipliquemos esa cantidad por los numerosos conos de cada uno de los ejemplares y tendremos, desde luego, muchas posibilidades de que el polen de ese individuo cumpla su misión.
Algunas plantas que viven en ambientes muy húmedos, con gran cantidad de precipitaciones, han desarrollado flores que miran hacia abajo para proteger el polen y así, los pétalos y sépalos tapan, cual paraguas natural, a los estambres, que no se verán afectados por las frecuentes lluvias. Ejemplo de ello es la flor de Cariofilada de agua (Geum rivale). Otra especie como el Calderón o Trolio (Trollius europaeus), que habita en los prados húmedos del Pirineo, con sus pétalos y sépalos forma una esférica flor que nunca se abre y donde se hallan los estambres y pistilos, de tal suerte que ya puede llover que dentro de la flor no habrá agua pero, por otro lado, sí permite el paso de los insectos para ser polinizada. Otras especies como la Orquídea dama (Orchis purpurea) forman con sus sépalos una especie de casco protector para el aparato reproductor y que curiosamente es utilizado como cobijo y lugar donde dormir para algunos pequeños insectos.

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