lunes, 12 de octubre de 2009

el triunfo evolutivo de las flores



Las flores más bonitas de la Naturaleza pudieron sobrevivir y crecer porque nuestros antepasados no las destruían al despejar la tierra que decidían dedicar a la agricultura. Y no sólo eso, sino que incluso las cultivaron, y lo han estado haciendo durante más de 5.000 años. Esto es lo que sostiene Terry McGuire, profesor adjunto de genética de la Universidad Rutgers, y coautor de un artículo que examina por primera vez los porqués y los "dóndes" de las plantas con flores en un contexto evolutivo.

Irónicamente, muchas flores domesticadas han sido tan seleccionadas por el hombre que los polinizadores naturales -insectos y pájaros- ya no las hallan atractivas. De modo que el trabajo de propagar las especies depende principalmente de nosotros.

El reciente estudio realizado por McGuire, Jeannette Haviland-Jones (profesora de psicología en Rutgers, la universidad del estado de New Jersey), y otros, establece que, a pesar de algunos usos de supervivencia básica tales como los alimenticios o medicinales, la mayoría de las plantas con flores cultivadas en la industria floral, actualmente no se usan para ningún otro propósito que para satisfacción emocional.

"Nuestra hipótesis es que las flores están explotando un nicho emocional. Nos hacen felices", afirma McGuire. "Debido a que son una fuente de placer -un inductor de emoción positiva- cuidamos de ellas. En ese sentido, son como los perros. Las flores son nuestras mascotas en el mundo de las plantas".

La psicóloga Haviland-Jones había llevado a cabo tres estudios que probaron el potencial de las flores para inducir emoción positiva. El objetivo era demostrar los poderosos efectos, inmediatos y a largo plazo, de las flores en las reacciones emocionales, humor, conductas sociales e incluso la memoria, tanto en hombres como en mujeres. Los resultados de estos tres estudios fueron tan positivos que los investigadores procedieron a desarrollar el modelo de nicho emocional evolutivo.

"Las flores han sido ignoradas por la mayor parte de la literatura sobre la relación del Hombre con las plantas", recalca McGuire. "Quizás se hayan pasado por alto por resultar tan obvias su naturaleza y belleza.

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